Cada 26 de octubre se celebra el Día de la Sustentabilidad, una fecha que invita a reflexionar sobre cómo nuestras decisiones, grandes o pequeñas, pueden transformar el mundo que habitamos. En el turismo, esa reflexión cobra un sentido especial: somos parte de una industria que conecta culturas, moviliza economías y depende directamente del equilibrio del planeta.
Hoy, el turismo sustentable ya no es una tendencia, sino una forma necesaria de pensar y hacer las cosas. Viajar de manera responsable implica reducir el impacto ambiental, cuidar las comunidades locales y preservar la autenticidad de cada destino. Y, sobre todo, entender que el cambio empieza con acciones concretas.
Cada vez más alojamientos apuestan por energías renovables, instalando paneles solares o sistemas de calefacción ecológicos para reducir su huella de carbono. Otros aplican políticas de gestión responsable del agua y los residuos, implementan compostaje o sistemas de reutilización de aguas grises. Estas medidas no solo benefician al medioambiente, sino que también generan una mejor percepción entre los viajeros, que valoran la coherencia entre el discurso y la acción.
La reducción del plástico sigue siendo uno de los desafíos más visibles. Muchos prestadores turísticos reemplazaron las botellitas descartables por dispensadores rellenables, ofrecen agua filtrada o brindan souvenirs sostenibles elaborados con materiales reciclados. Pequeños gestos que, multiplicados, marcan una diferencia real.
Pero la sustentabilidad no se trata solo de cuidar la naturaleza: también implica fortalecer el vínculo con las comunidades locales. En muchos destinos, los viajeros pueden participar en talleres con artesanos, compartir una comida tradicional o recorrer proyectos sociales que promueven la inclusión. Estas experiencias generan un impacto positivo directo y ayudan a diversificar la economía de la zona.
Además, los prestadores turísticos están encontrando nuevas formas de conectar el desarrollo económico con la responsabilidad social. Algunos restaurantes trabajan con productores locales y de temporada, reduciendo la huella de transporte y garantizando alimentos más frescos. Otros promueven el empleo local, ofreciendo capacitación y oportunidades en las comunidades donde operan.
En cuanto a movilidad, el turismo sustentable impulsa un cambio de ritmo: bicicletas, caminatas guiadas, transporte eléctrico o compartido se posicionan como alternativas para descubrir los destinos de manera más consciente. Incluso hay viajeros que optan por viajes más largos y menos frecuentes, buscando reducir emisiones y aprovechar cada experiencia de forma más profunda.
El resultado de todo esto es claro: el turista actual no busca solo descansar o conocer, sino viajar con propósito. Quiere experiencias auténticas, coherentes y con impacto positivo. Y ahí está la oportunidad para los prestadores turísticos: demostrar que es posible crecer, innovar y generar rentabilidad sin perder de vista el cuidado del entorno y las personas.
Celebrar el Día de la Sustentabilidad es una invitación a repensar nuestras prácticas y comunicar lo que ya estamos haciendo. No se trata de grandes gestos ni inversiones imposibles, sino de avanzar con coherencia, creatividad y compromiso. Porque cada decisión —desde ofrecer una botella reutilizable hasta elegir proveedores locales— contribuye a construir un turismo que no solo muestra el mundo, sino que también lo cuida.
El turismo del futuro será sustentable, o simplemente no será. 🌎