En turismo, las palabras importan tanto como las fotos. Una descripción puede ser la diferencia entre un viajero que solo hojea tu web y uno que reserva sin pensarlo dos veces.
Y aunque muchos prestadores turísticos creen que escribir bien es “poner lo que se ofrece”, la verdad es que vender viajes no se trata de informar, sino de inspirar.
Una buena descripción no recita detalles: despierta imágenes, emociones y confianza.
Veamos cómo lograrlo.
1. De texto informativo a historia que invita
La mayoría de los prestadores escriben sus textos con buena intención, pero terminan sonando a folleto de los años 90.
Por ejemplo:
Antes:
“Ofrecemos paseos en lancha por el río. Salimos todos los días a las 10 y 16 horas. Duración: 2 horas. Incluye chaleco salvavidas y refrigerio.”
No está mal. Pero… tampoco dice nada que emocione.
El viajero no puede “verse” ahí. Solo lee datos.
Después:
“Remá entre aguas tranquilas rodeadas de selva y sonidos naturales. Durante dos horas, te acompañamos a descubrir rincones que solo se ven desde el río. Incluye refrigerio y todo el equipo necesario para disfrutar con seguridad.”
El mismo servicio, contada de otra forma.
La diferencia está en que el texto lleva al lector dentro de la experiencia. Lo hace imaginarla.
2. El viajero no compra tours, compra emociones
El mayor error en el copywriting turístico es creer que el viajero elige por lógica.
Pero las personas deciden emocionalmente y luego justifican con razones.
Por eso, una buena descripción responde tres preguntas clave:
- ¿Qué va a vivir el viajero?
- ¿Qué va a sentir?
- ¿Qué lo diferencia de otras opciones?
Si tu texto solo responde “qué incluye”, estás dejando afuera lo que realmente convence: la emoción.
Ejemplo:
Antes:
“Alojamiento con desayuno incluido. A 200 metros del centro.”
Después:
“Despertate con aroma a café recién hecho y caminá unos minutos para estar en pleno centro. La ubicación ideal para disfrutar del pueblo sin necesidad de usar el auto.”
No estás mintiendo ni exagerando: solo estás contando el valor real desde la perspectiva del viajero.
3. Evitá el tono institucional
Muchos sitios turísticos suenan como si hablaran desde una oficina.
El tono impersonal aleja. Y en turismo, la cercanía vende.
Si tu descripción arranca con “Somos una empresa dedicada a…” o “Contamos con amplia trayectoria en…”, probablemente el lector ya se desconectó.
Cambiá la voz institucional por un tono conversacional.
Imaginá que estás contándole la experiencia a alguien que te pregunta en persona: “¿Y cómo es el paseo?”.
Antes:
“Nuestra empresa ofrece servicios de transporte turístico con unidades de alta gama y conductores certificados.”
Después:
“Viajá cómodo y sin preocuparte por nada. Nuestros vehículos son amplios, con aire acondicionado, y nuestros choferes conocen cada rincón del destino.”
El segundo texto suena humano, y eso genera confianza.
4. Las palabras que activan el deseo
Hay palabras que despiertan ganas de actuar.
Algunas transmiten movimiento y otras emoción.
Probá incluir verbos como:
descubrí, disfrutá, explorá, sentí, viví, conectá, recorré, relajate.
Y combiná con adjetivos que evoquen sensaciones reales:
tranquilo, escondido, auténtico, local, inolvidable, natural, único.
Lo importante es que el texto no suene vacío ni exagerado.
Evita frases como “una experiencia única e inolvidable” si no lo demostrás con ejemplos concretos. Mejor mostrar que decir.
Ejemplo:
“Probá los sabores caseros del almuerzo preparado por una familia local, con productos frescos del día.”
Eso transmite mucho más que “disfrutá de una comida inolvidable”.
5. La estructura que convierte
Una descripción turística que vende tiene una estructura clara:
- Inicio atractivo: una frase que despierte curiosidad o emoción.
- Desarrollo: qué incluye, cómo se vive, qué lo hace diferente.
- Cierre con acción: una invitación clara a reservar o consultar.
Ejemplo:
“Explorá la selva desde adentro, navegando por sus canales naturales. Acompañado por guías locales, descubrirás aves, sonidos y colores que solo se aprecian desde el agua.
Consultá disponibilidad y sumate a la próxima salida.”
El llamado a la acción (“Consultá disponibilidad”) no es un detalle menor: guía al viajero hacia el siguiente paso.
Si no le decís qué hacer, probablemente no haga nada.
6. La importancia de adaptar el tono
Cada público necesita un tono distinto.
No es lo mismo escribir para mochileros que para viajeros de lujo.
- Si tu cliente busca aventura, usá un lenguaje dinámico y directo: “saltá”, “descubrí”, “viví”.
- Si tu cliente busca descanso y confort, usá un tono más suave: “relajate”, “disfrutá”, “dejate llevar”.
- Si apuntás a familias, destacá seguridad, comodidad y momentos compartidos.
El tono correcto hace que el viajero sienta que le estás hablando a él.
Y esa conexión genera confianza, que es el primer paso hacia la reserva.
7. Checklist práctica: revisá tus textos como un experto
Antes de publicar una descripción, pasala por este filtro:
| 🔍 | Pregunta | Sí / No |
|---|---|---|
| 🧭 | ¿El texto transmite una experiencia, no solo datos? | |
| 💬 | ¿Usa palabras que despiertan emoción o acción? | |
| 🙋♀️ | ¿Habla desde la voz del viajero (vos) y no de la empresa (nosotros)? | |
| 🌅 | ¿Describe lo que el viajero va a sentir, ver o vivir? | |
| 💡 | ¿Tiene un cierre claro que invita a reservar o consultar? |
Si marcás más de tres “sí”, tu texto ya está trabajando por vos.
Y si no, ya sabés por dónde empezar.
En resumen
Una buena descripción turística no necesita prometer más de lo que ofrece.
Solo necesita contar la verdad desde el lugar correcto: el del viajero.
Cuando tus palabras despiertan ganas de estar ahí, tu web deja de ser un catálogo y se convierte en una herramienta que inspira y vende.